miércoles, 20 de octubre de 2010

HIDALGO Y EL GRITO DE DOLORES

La conspiración fue descubierta, pero antes de que las autoridades pudieran apresar a los participantes, la valiente doña Josefa lo supo y consiguió avisarle a Aldama. Éste cabalgó de San Miguel a Dolores para prevenir a Hidalgo y a Ignacio Allende: sus planes habían sido delatados.
Hidalgo y Allende adelantaron la fecha de su rebelión. De inmediato, en la madruga del domingo 16 de Septiembre, Hidalgo mandó tocar las campanas de la iglesia para reunir a la gente. Les recordó las injusticias que sufrían y los animó a luchar en contra del mal gobierno.
Esa madrugada el ambiente era tenso. Los hombres y las mujeres que siguieron a Hidalgo no eran un ejército; eran un pueblo que quería un gobierno justo. No tenían armas suficientes, pero tomaron palos, hondas, machetes e instrumentos de labranza. Hidalgo comenzó su marcha con seiscientos hombres, que pronto casi fueron ochenta mil. Los seguían indios, mestizos, criollos, y mismo ideal de justicia.
En Atotonilco, Hidalgo tomó como bandera un estandarte de la Virgen de Guadalupe. 

Los insurgentes entraron a San Miguel el Grande (hoy san Miguel Allende), Celaya y Salamanca. Después llegaron a Guanajuato y exigieron a las autoridades que se rindieran,pero éstas se encerraron en la Alhóndiga de Granaditas, la tropa mató a los ocupantes y saqueó la ciudad sin que Hidalgo y Allende pudieran hacer algo.
En Valladolid, se rindieron sin luchar, pues estaban atemorizados por lo sucedido en Guanajuato.
José María Morelos habló con Hidalgo quien le encomendó tomar una tropa y dirigirse a Acapulco.

Hidalgó avanzó a la Ciudad de México, en el Monte de las Cruces venció al ejército realista, después de ellos Allende propuso que tomaran la capital, pero Hidalgo se negó.
Poco tiempo después el ejercito insurgente fue derrotado por Félix María Calleja en Aculco hoy Estado de México, Hidalgo se retira a Guadalajara. En enero de 1811 los insurgentes son vencidos nuevamente por Calleja de manera definitiva.
En Coahuila, en Norias del Baján, fueron traicionados y apresados, junto con Aldama y José Mariano Matamoros. En la ciudad de Chihuahua se les condenó a muerte. Hidalgo fue fusilado el 30 de julio de 1811. Su cabeza, y las de Allende, Aldama y Jiménez, fueron puestas en jaulas de hierro, en las esquinas de la alhóndiga, en Guanajuato, como advertencia a la población.

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